El precio de la
felicidad
¿Cuánto vale ser feliz? ¿Tanto cuesta serlo? Quizás la
pregunta adecuada sea: ¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar para tener esa
felicidad que ansias?
Desde el inicio de la humanidad todos se preguntan cuál es
el sentido de la vida, yo cada día lo tengo más claro, el sentido de mi vida es
caminar hacia la felicidad y llegar a ella lo suficientemente pronto para poder
disfrutarla antes de morir. Da igual lo que valga, da igual lo que cueste, sólo
debo preocuparme de las cosas que voy a sacrificar para llegar a ella.
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¿Dónde están mis límites de sacrificios?
Primero habría que dejar claro si hay una sola felicidad que
es eterna, si la felicidad va en fascículos o, si la felicidad es como una leña
que arde, se hace ceniza y se va como el humo sin volver nunca más.
Si nos centramos en el primero y el último de los casos, el
sacrificio sería mucho mayor ya que arriesgaríamos todo a una sola carta, por
lo que hacer ese sacrificio sería demasiado arriesgado, deberías estar seguro de
lo que daría esa felicidad y muy seguro de que es la felicidad por la que estás
dispuesto a darlo todo.
Si por el contrario pensamos que la felicidad puede venir en
fascículos, ya sean consecutivos de una misma temática o, salteados con un hilo
argumental distinto, los sacrificios serían menos arriesgados.
Mi opinión personal es que la felicidad puede venir en
cualquiera de las tres maneras, por lo tanto y con el tiempo he aprendido que
en esta vida hay que dejarse llevar por las sensaciones, esas sensaciones que
te aportan tus sentimientos, esas sensaciones que te hacen volverte loco en
mitad de tu más absoluta cordura. En ese mismo instante esas sensaciones te
llevarán a sacrificar lo que veas oportuno, y la sensación más oportuna que
podrías tener es la de saber que aquello que vas a sacrificar es reversible,
que aquello que vas a sacrificar puede acabar por desembocar en otra felicidad
similar por la que has arriesgado realizando ese sacrificio.
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Lo bueno, lo bonito, lo especial… es poder mirar a tu
alrededor, tener pensamientos externos que te aporten opiniones inversas a las
tuyas, sentimientos negativos, y que aún así tus sensaciones te dejen claro que
lo que estás haciendo es lo que quieres hacer, que lo que quieres seguir
haciendo es lo que TUS sensaciones te piden que hagas, notar que tienes esa
tremenda necesidad de seguir adelante explorando nuevas sensaciones y que
sigues dispuesto a ir haciendo los sacrificios necesarios para obteniendo esa
felicidad, ya sea momentánea o eterna, ya sea por capítulos o en un solo film
infinito.
Con el tiempo esas sensaciones que te llevan a la felicidad
acabarán demostrándote a ti mismo y a ese exterior que opinaba distinto a ti
que llevabas razón, que esa felicidad ya sea perpetua o transitoria te hizo disfrutar,
te hace o te hizo vivir la vida durante ese tiempo con el sentido que tiene,
que durante ese tiempo que dure la felicidad, ya sea fugaz o inmortal, has
estado gastando tu vida disfrutando de ella, porque cómo escuché una vez, antes
de morir hay que agotar la vida, y nosotros debemos aprovechar esa vida con
felicidad antes de que se nos agote por completo.
Tú pones el precio a tu felicidad pero ten en cuenta que la
verdadera felicidad no tiene precio.
Alberto Ortiz
09/09/13