Mil frases aisladas hacen un historia real
Me pierdo, me busco y no me encuentro, me hallo hundido en
un pozo de negatividad, en mi mundo no existe color, todo es negro y lo que
parece tener algo de luz yo me encargo de oscurecerlo, de apagarlo. Me pregunto
que forma de vivir es esta, si mi triste vida puede tener solución. Es ahí
cuando recuerdo una frase del gran Kahuna que decía “Disfruta del poder y la
belleza de la juventud”, entonces comprendo que no puedo seguir así que tengo
que hacer algo con mi vida, pero ¿el qué? Si lo único que sé es que por mi
cabeza sólo pasan sueños, sueños de los que nunca creo tener esperanzas de
despertar. Dicen que los sueños existen para intentar hacerlos realidad. Y cada
día nos decimos: sí, lo haré mañana. ¿Pero y ahora? ¿De qué vivimos ahora?
A veces miro el mar, es eterno en movimiento, pero dos ojos
son pocos para esa inmensidad, comprendo que estoy solo y paseo, paseo por
el mundo y me doy cuenta de que dos piernas no bastan para recorrerlo todo, es
ahí cuando vuelvo atrás. Recuerdo algunos momentos pasados en aquel coche. La
música del radiocassette. El calor de la noche. Los asientos incómodos que
siempre chirrían. Los pies en el salpicadero. Los cristales empañados. El sabor
del sexo. Único. Esplendido. Irrepetible. Más tarde, esas mismas ventanillas
bajadas para coger un poco de aire. Un hilo de humo que sale. Sonrisas en la
penumbra. Momento en el que hago mía la frase de Walt Withman “estábamos
juntos, el resto del mundo se me olvidó”.
Es ahí cuando llegan puntuales, a traición los recuerdos de cuando una
historia termina. El dolor, proporcional a la belleza del amor vivido.
Pienso
que el mundo se divierte a mi costa, todo me recuerda que se marchó incluso una
simple película. Y es que como dijo Pablo Neruda, “El amor es corto y el olvido
largo”.
Pude conseguir dejar de quererla, comprendí que debía
obviarla, sacarla de mi cabeza, pero no puedo olvidarla ni aunque quisiera. Me
queda para el consuelo la frase de Alfred Tennyson “es mejor haber amado y
haber perdido que no haber amado nunca”.
Pero el tiempo pasa y me ha hecho comprender que no todo es
amor, que tal vez amar es sentirse ligeros y libres. Es saber que no pretendes
apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato,
sino que debes merecerlo cada día. Entonces soy consciente de que hay
respuestas que quizás deban cambiarse. Y que el pasado debía vivirlo y por eso
ella apareció como todas las demás. Es cuando veo que a veces es preciso partir
para volver a encontrar el camino; que no importa todas las veces que viajemos
sino la insistencia en querer saber cual es la meta adecuada. Y es que como
decía Henri Lacordaire “el amor es como un rayo, no se sabe donde caerá hasta
que no ha caído”.
Siempre llega la noche. Noche encantada. Noche dolorosa.
Noche insensata, mágica y loca. Y luego más noche. Noche que parece no acabar
nunca. Noche que, sin embargo, a veces pasa demasiado rápido. Pero a veces
basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave. Porque
hay cosas que no se borran nunca. Y regresan otra vez. Como la marea. Entonces
es cuando me entra el miedo a amar. ¿Qué puede haber más hermoso?
¿Qué riesgo mayor vale la pena correr? Con lo bonito que es entregarse a la otra
persona, confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.
Pasan los minutos. Pasan las horas. Pasa algún día. He leído
de todo. He hecho de todo. Pero resulta muy difícil escapar al propio silencio.
Lo dijo hasta un sabio japonés: puedes escapar del ruido del río y de las hojas
al viento, pero el verdadero ruido está dentro de mí. Provocándome una tremenda
sordera, desorientado en un mundo sin sentido. Ya nada más me queda aceptar que
solo hay algo que tiene el poder de cambiar la vida de una persona, el amor.
Podré comprender que no hay nada imposible, porque los sueños de ayer son las esperanzas
de hoy y pueden convertirse en realidad mañana, al fin y al cabo según Williams
Shakspeare “Estamos hechos de la misma materia que los sueños”. Es cuando mi
confianza crece y comienzo a pensar que en cuanto menos me lo espere, cuando
crea que todo va en el sentido equivocado, que mi vida, programada en cada
mínimo detalle está naufragando... de repente, suceda. Ella aparezca y me haga
comprender que el amor no
es y no puede ser simple afecto, que no se trata de costumbre o amabilidad. Que
el amor es locura, es el corazón que late a dos mil por hora, la luz que surge
de noche en pleno atardecer, las ganas de despertarse por la mañana solo para
mirarse a los ojos. Que cuando el amor deja de ser un drama, es mágico y de
repente hace que la vida sea la cosa más sencilla y bonita del mundo, hace que
todo encaje a la perfección y mi realidad sea como quiero que sea, entonces las
ideas que me faltaban aparecen de improvisto. Quiero poder decirle las cosas
que a nadie me atrevería a decir, reír con ella cuanto su corazón y su razón me
lo pidan. Que luchemos por alcanzar lo que deseamos, que compartamos lo mejor
del amor, aun teniendo una gran amistad. Que dejemos huellas en nuestros
corazones, poder decirle libremente “te amo”, sin miedo a perderla. El amor es
sentir y prueba de nuestra existencia.
El amor más
hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello
para lo que siempre habíamos utilizado la palabra "nunca". Qué tengo
que ver yo con su pasado, yo soy una variable enloquecida de su vida. Pero no
voy a convencerla de ello. El amor no es sabiduría, es locura... nuestros
defectos pasarán a ser nuestros polos negativos y positivos que se atraen, mis
celos servirán para conservar el amor, del mismo modo que las cenizas conservan
el fuego. Haremos lo posible, e intentaremos lo imposible. En la vida no se
puede tener todo, sin embargo, es necesario aspirar a ello, porque la felicidad
no es una meta sino un estilo de vida.
Llegaremos ahí al punto en el que echaremos a correr
arrastrando nuestras maletas nuevas. Ligeros. Sin miedo. Sin prisa. Sin tiempo.
Con la mano perdida en la del otro. Y nada más. Ninguna cita, ninguna preocupación,
ningún empeño. Nada. Más ligeros que una nube.
No se, no se quien eres. No se quien serás. No se que será de nosotros. Todo eso lo sabremos solo viviendo. Así que aquí sigo, esperando un accidente positivo, de modo en que me cambie la vida a partir de ese momento. Y que haga por un instante de esos momentos algo para siempre, puede que un día se olviden pero por el momento son para siempre.
Y después la pregunta mas difícil: ¿Disculpe, usted me ama o no? y la respuesta mas simple: ¡No lo sé! pero estoy en ello.
Se cumplirán nuestros deseos, las manos se multiplicarán
como un deseo imprevisto que se convierte en una historia de amor. Un beso
divertido, con lengua; un beso que sabe a amor y a juego. Lleno de sabores
buenos y de deseo y de mar abierto y de tantas cosas...
Alberto Ortiz,