Maldita virtud
Sigue siendo raro tener una cualidad que me acompaña desde
siempre y que esa cualidad la considere más como un defecto que como una
virtud. Esa cualidad no es otra que tener una especie de intuición que te surge
en un momento dado sin avisar y te dice que algo va a pasar con total
seguridad. Esta cualidad, defecto o virtud, es la que me dio la certeza para
saber que volvería y también me dio la solución al problema que se me vendría
encima más adelante. Pero entre medios debía suceder algo que sucedió a medias,
entre el principio y el desenlace debía haberme dedicado tan sólo a dejarme
llevar, aún sabiendo cuál sería nuestro final debía haber aprovechado todo los
momentos buenos y ni siquiera percatarme de los malos. Pero no fue así.
Nada ni nadie me va a cambiar. Voy a seguir siendo el mismo,
con mis pocas virtudes y mis muchos defectos, mis grandes esperanzas y mis
pequeños éxitos. Eso no quiere decir que no haya que pulir ciertas facetas de
mi forma de ser para poder ir siendo más y más feliz conforme uno se va
haciendo viejo. Y tengo que aprender a disfrutar el momento, a saborear esos
pequeños instantes sin pensar en lo que viene después o en lo que hubo antes.
El truco debe estar en pensar lo justo y necesario según la situación dada y dejar
que todo fluya con una sonrisa en la boca.
Dicen que en cada paso que das en tu vida dejas una huella,
una huella que puede diluirse con el paso del tiempo o una huella que se queda
grabada para siempre. Cada paso dado de mi vida está ahí y no hay marcha atrás,
lo que haces, hecho está y hay que seguir adelante, avanzar por esta vida que
no es más que un cruce de caminos con miles de puntos de encuentros, dónde las
diferentes vidas se entrelazan.
Sé que muchos no sabréis ese final que yo conocía, otros os
haréis una idea, y otros tenéis la mala suerte de saberlo ya, no es un final
distinto al que debía suceder aunque puede que sea un final precipitado, ya que
ha llegado antes de comprender el porqué nuestros caminos se cruzaron, pero
esto es otro tema y quiénes tenemos que llegar a descubrir la respuesta somos
nosotros, supongo que cada uno por su lado, o quizás juntos algún día separados
por un “trozo de madera”.
Yo, soy un caminante sin camino buscando la senda de mi
vida, sin olvidar los pasos dados y pisando más fuerte cuánto más avanzo. No
hay más que seguir adelante, si tropiezas con alguna piedra por tu camino es
porque alguien la puso ahí para hacerte ver algo, y sólo vale recordar que el
secreto de la vida está en que siempre hay que levantarse una vez más de las
veces que te has caído.
No sé ni cómo, ni cuándo, ni dónde,
pero si va a ser… será en su momento.
Y será hermoso.
Alberto Ortiz
4/11/2013