Yo y mi bendita locura de no querer acabar las
historias.
¿Esta mal dejarse llevar?
¿Tener locura momentánea? ¿Sonreír incrédulo cuando ves a escasos metros un
ángel pasar? ¿Creer que puedes acercarte a él?
Cuando paseas despreocupado
por las calles de una ciudad que no es la tuya queriendo ignorar todo aquello
que tantos años venías arrastrando, cuando consigues que no te importe por unos
segundos nada de esos problemas que te agobian a diario, cuando tienes a dos
buenos amigos a tu lado, cuando todo parece positivo, algo bueno puede pasar. Y
así fue en el verano del 2012 pasó, sí,
pasó por mi lado para detenerse un segundo y cruzar nuestras miradas, una
sonrisa e irse. Suficiente, poco pero intenso, fuerte como una quemadura que se
queda marcada. Si a ello le sumas que el destino te da un achuchón más, se
puede considerar que has tenido suerte. Quizás unas líneas adelante puedas
encontrar ese ángel de nuevo.
Una noche cualquiera, de esas
en las que te das cuenta de que se acaba un día y eres un poquito más mayor, en
la que filosofeas o hablas con la almohada, como queráis llamarlo, te das
cuenta de que no estás lleno, que más bien estás prácticamente vacío, notas que
falta alguien a tu lado que pueda darte eso que otras personas que te dan mucho
no pueden darte. Te encierras en tu cabeza, abres las puertas a un mundo
paralelo en el que nadie más que tú puede pasar, dónde nadie puede saber que te
pasa, dónde nadie puede ver la tristeza que hay en ti, dónde a veces te
planteas el por dónde estás llevando tu vida y por dónde quieres encauzarla, y
si realmente estás haciendo lo que quieres, o estás haciendo lo correcto para
lograr tus objetivos. Da igual si derramas unas lágrimas nadie te ve, estás
sólo tú, te desahogas aunque por momentos parece que realmente te estás
asfixiando tu mismo, descubres que algo tienes que cambiar pero no sabes qué,
es dura esa sensación pero sopórtala porque aunque parezcas que sólo te pasa a
ti, en cualquier continente, país,
ciudad e incluso barrio hay otra persona que está pasando exactamente por lo
mismo que tú, sólo podrás ayudarte haciéndote más fuerte, ya que tu propia
fuerza es la que te llevará a conseguir lo que necesitas, pero ojo, ten cuidado
esa misma fuerza puede acabar contigo sino sabes controlarla. Nadie dijo que
sería fácil.
Una mañana más, en la que te
despiertas apagando el despertador, te desperezas en ese tu confesionario
particular que es tu cama y sacas fuerzas para levantarte y empezar un nuevo
día, apenas has empezado a desayunar cuando ya algo te recuerda esa soledad que
sentiste la noche anterior, o esa soledad que te provoca recordar lo que pudo
ser y no fue, lo que estuvo y dejó de estar, lo que había llenado tus rincones
y ahora los vacía. Apenas sin darte cuenta te refugias en esa persona que está
a tu lado, dándole un beso y los buenos días a tu madre, ella estará siempre
ahí. Y aunque nos queramos engañar a veces con sus abrazos, todos sabemos que
ese cariño no es el que te falta, ese hueco que ocupa no es el que necesitas realmente
que esté ocupado…Lo bueno de la mañana es que el mundo que te rodea te atrapa y
evita en mayor parte que profundices en ti mismo, ahí es dónde nos
acostumbramos a huir de los problemas.
Y toda una tarde
interminable, en la que te debates entre escabullirte de tus pensamientos
mañaneros corriendo hacia la noche o pararte evitando tus pensamientos
nocturnos. Sólo tú y tu corazón, perdidos en un mar de incertidumbres, ¿Cuándo?
¿Cómo? Se resolverá esto que me acompaña día y noche. No pasa nada, siempre nos
quedará…
Uno de otros días en los que
te levantas rebelde y decides cambiar tus hábitos, de repente y sin apenas
pensarlo recuerda el qué te pasó el día anterior en esa otra ciudad que andabas
visitando y decides jugar tus cartas, claro, piensas que no tienes nada que
perder, total si estoy loco sólo lo sabré yo. Y es que se te ha ido la mano
rápida e intentas ponerte en contacto con un supuesto ángel que habías visto
horas antes. Bendita demencia la mía cuando ves que aunque no te responda sabes
que en cierto modo si ha entrado en tu vida. Dicen que la fruta está más buena
cuánto más madura, y esta locura maduró un tiempo hasta que empezó a tomar
forma.
Unas semanas después,
descubres que los ángeles existen, eso o que hay algunas personas especiales que
logran asemejarse a ellos. El ángel te deja entrar en su vida, conocerla y
pasar a formar poco a poco parte de su vida, eso sí siempre desde la distancia.
Hay veces que las cosas por su propio peso cogen velocidad, digamos que la
gravedad surge efecto y la cosa se convierte en una especie de enajenación
mental en mi cabeza, una locura desmedida que se hace enorme hasta en una
cabeza acostumbrada a cosas paranoicas como la mía. Y ese vínculo se estrella a
fuertes velocidades, ¿habrá supervivientes?
Tras pasar por la UCI (unidad
de cuidados intensivos), los heridos se recuperan y esta vez con el limitador de velocidad retoman sus charlas. Puede que llegues tarde, pero más vale llegar
tarde que nunca. Hay supervivientes y cuando la cosa parece ir a paso de
tortugas con pies de plomo, cuando menos te lo esperas, vas y sin planearlo con
mucha antelación tienes que visitar de nuevo aquella ciudad donde se avistó
anteriormente al ángel, seis meses después te encuentras en el mismo lugar,
pero no en el mismo punto. Puede que todo eche a andar o no.
Sin comerlo ni beberlo,
mientras las luces de navidad se encienden en tu ciudad has viajado casi seis
meses atrás en el tiempo hacia esa otra ciudad. Ahora parece que las
temperaturas han bajado muy considerablemente durante esas seis horas que pasan
desde que la vistes allí parada un segundo sonriéndote a cuando la vuelves a
ver, saliendo de aquella puerta y bajando esos escalones. Esas seis horas o
seis meses según como queráis verlo han servido para ponerle así color a tú locura y que esta vez puedas
y seas capaz de acercarte y decir: “buenas, ¿qué tal?”.
Una noche cualquiera se
convierte en una noche totalmente distinta a las que estás acostumbrado a
vivir, te da lo sencillo de una sonrisa infinita y entiendes que en lo más
simple la felicidad se explica. Estás encontrándole a la historia otro
sentido y ves todo lo que puedes cambiar haciendo lo que realmente
quieres. En unas horas descubres como esas sábanas enormes que te sobraban por
todos lados mientras filosofeabas sobre tu soledad han pasado a ser otras
sábanas minúsculas que te hielan sin que te importe lo más mínimo no poder
taparte.
Así cuándo levantas una
mañana cualquiera totalmente distinta a las que estás acostumbrado a vivir, y
la ves allí a tu lado, comprendes porque tu subconsciente te atrapaba cada
noche contándote que es lo que echas en falta, y deja fría y al descubierto tu
infeliz soledad diciéndote: “Si quieres te dejo un minuto, pensarte mis
besos, mi compañía, y mi fuego, que yo espero si tardas, porque creo que
te debo y mucho”.
¿Está mal dejarse equivocar?
Continuará… o no.
Alberto Ortiz
4/12/2012
Perdona que me meta en tu intimidad, lo hago sin ánimo de violentarla. Uno, cuando está en la mesa de profesor sabe que entre las mesas de alumnos hay gente "buena gente" pero no tiene la capacidad suficiente para distinguirla. Puede que hayas aprendido algo de mi, pero par mi lo más importante es haber tenido alumnos como tu y tu hermano. Este post me ha sorprendido como no puedes imaginarte. Amunt Valencia (a pesar de su fracaso en la Rosaleda)
ResponderEliminarPepe tú siempre tienes permiso para meterte en mi intimidad y más cuando es pública. Desde tu mesa de profesor en la ESO y Bachiller ya te abriste un hueco en mi vida y en mi intimidad, así que siempre es un placer leerte por aquí, por Facebook o por dónde sea. Un saludo.
EliminarMe gusta la locura venga de donde venga y vaya hasta el límite que vaya. ¿Te gusta "2001 Una odisea del esspacio"? Los profes no son lo que parecen
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